Por qué Bob Dylan vale lo que cuesta la entrada
Zotlandia,
El premio Nobel de Literatura canta sentado, pero pone en pie con sus canciones y con su mito el Auditorio Nacional de Madrid.
#^Por qué Bob Dylan vale lo que cuesta la entradaAl Bob Dylan que apareció el lunes ante el público del Auditorio Nacional, en Madrid, le apetecía cantar, cosa que no siempre ocurre, se lo dice alguien que lo ha visto casi cincuenta veces y en todas partes, de Nueva York a París, de Londres a Dublín y en media España. El genio salió a las tablas sin sombrero, otra cosa poco frecuente, con una camisa dorada a lo B. B. King, unos pantalones de fiesta que en él parecen de deporte y unas botas blancas que resulta de todo punto imposible saber si son de montar a caballo o de agua. Y, por encima de todo, con una voz fantástica, mucho más limpia de lo habitual, mucho más potente a ratos, sobre todo cuando interpretó algunos de sus clásicos, que ya echábamos de menos tras asistir a algunas otras actuaciones recientes en las que se centraba en sus últimos discos de canciones originales, Tempest, Together through life y Modern times —que son magníficos— y en los tres que ha dedicado a las canciones popularizadas por Frank Sinatra Triplicate, Fallen Angels y Shadows in the night. Los seguidores que ya estaban un poco cansados de ese Dylan crooner, esta vez sólo dejaron de aplaudir para frotarse las manos al oírle hacer versiones fantásticas de “Highway 61 revisited”, “Simple twist of fate” o la que abrió el espectáculo, “Things have changed”, la canción con la que ganó un Oscar, que sirvió para recordarnos a los presentes que estábamos ante el único ser de este planeta que ha ganado un Oscar, un Nobel y un Pulitzer